Créditos
Francisco Girao Morales (*)
En el 2011, el norteamericano Eli Pariser publicó el libro “El filtro burbuja. Cómo la red decide lo que leemos y lo que pensamos”, donde nos alerta que no tenemos necesidad de cambiar de página de noticias porque el filtro de las redes sociales se encarga de encerrarnos en una burbuja de pensamiento que exalta el sesgo de confirmación, el cual refuerza continuamente nuestras apreciaciones preexistentes para influir en nuestras decisiones. Tal dinámica tiene implicancias en los conflictos relacionados a la minería.
Usualmente los pobladores que son parte de un conflicto social obvian explorar en internet diferentes perspectivas sobre la situación, las informaciones que consumen son seleccionadas por el filtro burbuja que tendrá como parámetros sus búsquedas y preferencias previas, en efecto si tienen una percepción negativa hacia la minería, estarán expuestos principalmente a noticias u opiniones que reafirmarán esa percepción y que han sido producidas y/o difundidas por especialistas de ONG ambientalistas, líderes sociales, periodistas, académicos, políticos que cuestionan la minería.
Los algoritmos de personalización del filtro burbuja intensifican los siguientes riesgos:
Polarización entre la población y las mineras: el empoderamiento de nuestros puntos de vista y la exclusión de otras posibilidades de pensar en las redes sociales permiten que los discursos polarizantes encuentran un hábitat idóneo para su desarrollo y expansión. Los activistas virtuales antimineros no van a hacer cambiar de opinión a alguien que reconoce el valor de la minería, pero con la ayuda del filtro burbuja les será más fácil fomentar las asociaciones en torno a las narrativas compartidas para confrontar a la minería y mantener alejados los mensajes conciliadores, apaciguadores y que buscan un equilibrio informativo.
El filtro burbuja puede convertirse en un aliado de la polarización, porque su naturaleza es debilitar la flexibilidad mental y la actitud abierta, ambas capacidades importantes para entablar un diálogo genuino en contextos de conflicto social. Sin embargo, hay que reconocer que la polarización existe más allá de los límites de internet, solo que ella puede intensificarse mediante las redes sociales, que en teoría deberían promover la información plural para generar conciencia de responsabilidad, pero los internautas encuentran en ellas un espacio para “tirar la piedra y esconder la mano”, fácil es acusar de contaminación a las mineras sin pruebas.
Difusión de desinformación sobre la actividad minera: el filtro burbuja favorece la sobreexposición a la desinformación orientada a socavar la confianza hacia las mineras. Escenario ideal para los actores con enfoques ideológicos que buscan la predominancia en internet y en la vida real de discursos atiborrados de prejuicios hacia la minería, porque de esa manera tienen una mayor audiencia para justificar los pedidos de cierre de las unidades mineras o paralización de los proyectos mineros.
La desinformación en las redes sociales muchas veces se camufla en los procesos de incidencia y defensa del medio ambiente y los derechos humanos que apelan más a la emoción antes que a la razón. Tal situación influye en las acciones colectivas contra las mineras y afecta la democracia deliberativa capaz de incluir orientaciones valorativas contrapuestas en los conflictos. Ello debido a que principalmente nos informamos a través del Facebook, YouTube, etc. Por ejemplo, según el Institute Reuters, el 69 % de los internautas peruanos consumieron noticias a través del Facebook en el 2021. Ahora en el 2024 el porcentaje podría ser mayor.
En el Perú, a octubre del 2024, existen 65 conflictos relacionados a la minería, un número significativo si tenemos en cuenta que representa el 31.1 % de toda la conflictividad a nivel nacional, según la Defensoría del Pueblo. Cantidad que no debería incrementarse sustancialmente si es que impulsamos una educación para el pensamiento crítico en las redes sociales y en la vida real, a fin de evitar la intensificación de la polarización y la desinformación por el filtro burbuja. Se necesita paz y concordia, e información real en torno a las 678 unidades de producción y 311 de exploración mineras, las generaciones futuras nos lo agradecerán.
(*) Antropólogo, analista en asuntos sociales.