La escalada en la guerra ruso-ucraniana no se detiene, como lo prueba la decisión de la OTAN de autorizar a Ucrania a emplear en territorio ruso las armas que le entrega y la posibilidad, cada vez mayor, de que envíe tropas para evitar un avance decisivo de Rusia en el campo de batalla. Para conocer más sobre este conflicto armado y las implicancias que tiene para la reconfiguración del orden mundial, Política y Estrategia conversó con el analista internacional Adrian Zelaia, presidente de EKAI Group de España.
En lo que va de la guerra, la OTAN ha traspasado, una y otra vez, todas las “líneas rojas” de Rusia. ¿Qué tan grave es el hecho de que la escalada se incremente de manera sistemática?
Evidentemente, es grave si tenemos en cuenta hacia dónde nos puede llevar esa escalada. A la luz de lo sucedido durante las últimas semanas, no es en absoluto descartable que la OTAN se lance a una guerra de dimensión europea. Guerra que, en principio, tendría carácter convencional, pero con riesgos evidentes de degenerar en guerra nuclear.
En ese sentido, ¿cree que el próximo arribo de los F-16 a Ucrania le permitan a este país darle un vuelco radical a la guerra?
No realmente. Pero sí suponen un salto cualitativo en la implicación de los países occidentales y en el riesgo de que el conflicto salte a otra dimensión. Rusia se va a ver obligada a adoptar medidas más duras y directas contra estos aviones y, sobre todo, contra sus puntos de partida. Hay que estar atentos a la forma de utilización de los F-16 y en qué medida se implican en ella los países occidentales.
A propósito, ¿cómo cree que se van a desenvolver los acontecimientos en la guerra de Ucrania con la decisión de la OTAN de autorizar a Kiev emplear las armas que le entrega para atacar territorio ruso?
En principio, esto no afecta, directamente, al frente de combate en Ucrania. Pero los previsibles daños contra civiles e instalaciones en territorio ruso, dependiendo de hasta qué punto lleguen, pueden obligar a Rusia a acelerar el ritmo de la campaña.
Sobre este punto, es un secreto a voces que las principales potencias militares de la OTAN tienen asesores militares en Ucrania, pero ahora se habla de enviar tropas para ayudar a este país a enfrentar el avance ruso. ¿Qué tan cerca estamos de una guerra caliente entre la OTAN y Rusia?
Lamentablemente, todo lo cerca que podemos estar. Hasta ahora, Rusia ha actuado con una extraordinaria paciencia, pero, lógicamente, estos desplazamientos de tropas regulares y los ataques con misiles y drones sobre su territorio son una base más que suficiente para que, en cualquier momento, responda de forma proporcional.
¿Considera que la derrota de Ucrania en la guerra implicaría, finalmente, el afianzamiento de un mundo multipolar y, por tanto, el ocaso de la hegemonía de Occidente en general y de Estados Unidos en particular?
Evidentemente, afianzaría el avance hacia un mundo multipolar, pero lo fundamental no es tanto el ocaso de Occidente cuanto el ocaso previsible para la oligarquía corporativa que controla Europa y Estados Unidos. Es esto lo que mantiene a las élites occidentales en situación de pánico y lo que hace que estén dispuestas a todo con tal de evitar la victoria de Rusia.
Si es así, habida cuenta la catástrofe geopolítica que ello representaría para Occidente, ¿cree que estarían dispuestas incluso a librar una guerra nuclear limitada con tal de evitarla?
En sentido estricto, habría que decir que Occidente, en cuanto conjunto de países, no estaría dispuesto, lógicamente, a semejante barbaridad. Pero una cuestión distinta es la élite corporativa que lo controla y a la cual, en realidad, Occidente le importa bien poco. Lamentablemente, fenómenos como el avance de la OTAN hacia el enfrentamiento con Rusia, los ataques a los radares rusos de alerta temprana frente a ataques nucleares o los acontecimientos de Oriente Medio, nos indican que, al menos un sector importante de esa élite corporativa, está, efectivamente, dispuesto “a todo” antes que aceptar perder el poder.