El economista y comunicador, Mariano Díaz Chávez reflexiona sobre la importancia de la comunicación política como eje estratégico para el éxito de un gobierno. A través de ejemplos históricos y contemporáneos, analiza cómo los gestos, la coherencia en los mensajes y el liderazgo pueden fortalecer o debilitar una gestión. Asimismo, aborda temas como la crisis política recurrente en el Perú, la falta de partidos sólidos, el impacto del populismo, la corrupción estructural y los desafíos de la economía nacional.
Como vamos a conversar sobre los fenómenos de la comunicación política, quisiera que definas un poco en qué consiste.
La comunicación política es la forma cómo una persona que ocupa un alto cargo, ya sea un ministro, presidente o premier, tiene que manejarse con el país. Debe ser un lenguaje claro, sencillo, a veces hasta metafórico, para que lo entienda la población. Es fundamental decidir qué se comunica, cuándo se calla y cómo enfatizar o abstenerse de decir ciertas cosas. Es una herramienta clave para que la población entienda las medidas, incluso si son difíciles o dolorosas, siempre mostrando la luz al final del túnel.
La comunicación política debe nacer de una “partitura única”. El presidente es el líder que marca esa partitura, mientras los ministros son los “instrumentistas” que deben seguirla para no romper la sinfonía. Si el presidente dice algo, los ministros A, B o C deben replicarlo de manera coherente. Además, el Premier debe ser el vocero principal, ampliando los temas y las políticas de Estado para que la población los entienda. Esto asegura que el mensaje llegue claro y unificado a todos los niveles.
¿Eso quiere decir que el Premier debe tener más experiencia que el propio presidente en estos temas de comunicación política?
Claro, como lo fue Salvador del Solar. Aunque el presidente comunicaba, Salvador del Solar lo difundía de manera efectiva, generando la percepción de estabilidad política. En un buen gobierno, el Premier comunica los mensajes principales y los ministros los refuerzan, siguiendo una sola línea. Un ejemplo similar fue el APRA, donde todos sus congresistas seguían una misma partitura ideológica, logrando una comunicación clara y coherente que la población entendía.
Eso lo hicieron una vez en el Canal 7 con la imagen de Toledo. ¿Dirías que fue una forma de manejo de crisis?
Totalmente. En ese momento, Toledo estaba en una situación muy difícil, con solo un 9% de aceptación. Aplicamos una estrategia de “catarsis política”, donde reconocíamos los problemas, pero los girábamos a favor del gobierno. Hablábamos de los grandes problemas del país, pero mostraban que había avances y que se estaba trabajando. Esto permitió aumentar su popularidad hasta el 30%.
En comunicación política, los detalles cuentan: cómo vestirse, cuándo hablar, cuándo usar traje formal o cuándo optar por algo más sencillo. Estos elementos, aunque parezcan superficiales, son importantes para generar una percepción positiva.
¿Recuerdas aquellos maestros de la comunicación política? Me imagino que Alan García ocupa un lugar preponderante.
Alan García fue un gran orador, pero la oratoria ya no es suficiente. En 1985, ganó casi en primera vuelta porque su estratega le recomendó repetir frases simples, como “Voy a ser el presidente del Perú y de todos los peruanos”. Esto conectó con la gente, aunque muchos no entendían sus discursos completos. Sin embargo, en las elecciones de 2016, perdió relevancia porque las nuevas generaciones no conectan con discursos largos.
Líderes como Fujimori adaptaron mejor su comunicación. Con asesoría de Montesinos, Fujimori utilizaba mensajes breves y efectivos, con titulares que generaban impacto inmediato. Además, sus viajes constantes e inauguraciones reforzaban su conexión con la población. Esta capacidad de adaptación es clave en la comunicación política moderna.
Estamos diciendo que Fujimori ha sido, si no el mejor, uno de los mejores políticos que utilizaban bien la comunicación política.
Claro, Fujimori y Keiko fueron políticamente construidos por Montesinos. Fujimori manejaba la comunicación de manera clara, con un trabajo constante en el campo. Montesinos, desde el SIN, se encargaba del control mediático y de construir una narrativa psicológica para la población. Aunque muchos no tenían dinero en el bolsillo, se generaba la percepción de que el país avanzaba hacia un futuro mejor.
¿Cómo evalúas la comunicación política del actual régimen de Dina Boluarte?
Es errática, si no inexistente. Dina Boluarte ha centrado su esfuerzo primero en Otárola, luego en Adrianzén, quienes tienen experiencia, pero no hay un equipo que la asesore en comunicación política. Esto ha llevado a errores graves, como gestos o declaraciones que desconectan a la presidenta de la población. La comunicación política no solo son palabras; los gestos también son cruciales y pueden hablar más que mil palabras.
Entonces, si no se maneja adecuadamente la comunicación política, ¿puede generar una crisis de Estado?
Absolutamente. El Perú enfrenta una crisis cíclica debido a la ausencia de partidos políticos sólidos. Desde su fundación, el país ha alternado entre gobiernos militares y civiles, pero nunca ha consolidado una clase política estable. Hoy, el Congreso actúa como un cascarón sin representatividad, desmantelando reformas y promoviendo intereses particulares.
Según tu criterio, ¿cuál es la reforma más grave que el Congreso ha revertido?
La modificación de 82 artículos de la Constitución es un retroceso significativo. La reelección de congresistas y la bicameralidad, entre otros cambios, nos hacen perder décadas de avance. La SUNEDU, por ejemplo, fue un gran logro en supervisión educativa, pero ahora estamos retrocediendo.
¿Cómo ves el problema de la corrupción en el país?
La corrupción es estructural y viene desde la República. Los gobiernos han permitido que los municipios y regiones manejen fondos sin supervisión, fomentando prebendas y clientelismo. Esto ha convertido al Estado en un botín para políticos y empresarios corruptos.
A pesar de la crisis política, ¿cómo se ha mantenido la estabilidad económica?
Gracias a políticas monetarias sólidas y reservas internacionales. Sin embargo, nuestra economía sigue siendo dependiente de la exportación de materias primas, lo que nos hace vulnerables a fluctuaciones externas. Es urgente diversificar nuestra economía y apostar por una transformación productiva.
¿El populismo sigue siendo una herramienta eficaz en el Perú?
Sí, pero es una herramienta de doble filo. Fujimori combinó políticas económicas rígidas con programas sociales que generaron clientelismo político. Aunque logró resultados, este enfoque perpetúa la dependencia del Estado y limita el desarrollo del mercado.
¿Qué necesitamos para salir de esta crisis?
Un líder estadista que piense en las próximas generaciones, no en las próximas elecciones. Figuras como Churchill han demostrado que es posible inspirar cambios profundos con liderazgo, honestidad y visión de futuro.