La declaratoria del estado de conflicto armado interno en Ecuador, tras los graves sucesos de violencia acontecidos en los últimos días en el país, aun en medio de un estado de excepción declarado por la fuga del líder del grupo criminal más grande del país, pone sobre el tapete la amenaza que, en términos de seguridad nacional, ya representa para varias naciones latinoamericanas el crimen organizado, principalmente, asociado al narcotráfico.
Durante muchos años se ha abordado el fenómeno del crimen organizado en la región como una amenaza de seguridad desde la óptica de su potencial infiltración en las estructuras del Estado, dado el manifiesto poder de corrupción de que dispone. En ese sentido, el riesgo era, y sigue siéndolo, que coopte el aparato de justicia, las fuerzas del orden y los partidos políticos, en aras de generar conexiones que garanticen la impunidad de su accionar.
Pero, de un tiempo a esta parte, el crimen organizado ya no solo es fuente de actividades ilegales y de corrupción, sino que además cuenta con estructuras armadas que no rehúyen el enfrentamiento abierto con las fuerzas del orden en su objetivo de disputarle al Estado espacios territoriales. En muchos casos, ni siquiera la participación de los militares en la lucha contra este tipo de delincuencia ha podido poner freno al accionar de estos grupos armados.
No es un fenómeno nuevo
Así ocurre, desde hace varios años, en Brasil, México y Colombia. En el primero de ellos, destaca el accionar del Primer Comando de la Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV); en el segundo, el cartel Jalisco Nueva Generación (JNG) y el cartel de Sinaloa, y en el tercero, el Clan del Golfo, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las ex Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Cabe precisar que, en el caso colombiano, el ELN y las disidencias FARC aún mantienen una prédica revolucionaria que, empero, se ve empañada con su participación en el negocio del narcotráfico, vinculado al control de los corredores de la droga. En la consecución de este objetivo, además, forjan alianzas, lo mismo que el Clan del Golfo, con organizaciones criminales brasileñas y mexicanas.
El caso es que varias de las organizaciones criminales brasileñas, colombianas y mexicanas nombradas tienen presencia en Ecuador, que en los últimos años pasó de ser un país de tránsito a constituirse en una plataforma internacional de distribución de drogas, lo que ha conllevado un aumento significativo de los delitos graves e incluso el asesinato de un candidato presidencial a mediados del año pasado.
Terrorismo sin ideología
Por si fuera poco, estos grupos armados llevan a cabo acciones que pueden catalogarse de terrorismo, si se entiende este fenómeno como todo acto orientado a crear zozobra en la población e intimidar a un gobierno. En este caso, con miras a presionar para que se eliminen leyes que resulten perjudiciales al crimen organizado o para obtener prebendas carcelarias para sus líderes, entre otras cosas.
Porque si bien la finalidad del terrorismo es política, pues la organización que lo emplea aspira a hacerse con el poder o, en última instancia, a afectar la distribución del mismo, ello no significa que su empleo deba tener, necesariamente, un cariz ideológico. De ahí que también pueda ser utilizado por grandes organizaciones del crimen organizado, que se sienten capaces de desafiar al Estado.
Ahora bien, aunque en el caso ecuatoriano se hace necesaria la participación de las fuerzas armadas en la lucha contra el crimen organizado, a fin de impedir que la violencia se desborde, queda claro que la solución del problema no es militar. Ahí está el caso de México, donde la guerra contra el narcotráfico, vigente desde el 2006, deja ya más de 400,000 muertos y casi 100,000 desaparecidos, a pesar de lo cual el negocio sigue en pie.
❯❯ Carlos Rada Benavides es analista de temas internacionales y de seguridad.
Es sumamente preocupante la situacion de seguridad en los paises de latinoamerica.logico que ek Peru no esta excento de esta sitacion.mas aun que tenemos autoridades sin liderazgo, sin decisiones.nos come el tigre como se dice.todo esto es fruto de un sistema que quizo implantar la izquierda comunista, vinculada a grupos terroristas y narcotrafico.poco se espera de este gobierno de Dina.con falsas promesas.
Muy bueno el análisis expuesto con datos muy interesantes. El “crimen organizado” es endémico en Latinoamérica y la relación con sus benefactores.
Es el riesgo que vive toda LATAM, como indica el artículo “no es un fenómeno nuevo”, hay que advertir a que país le tocará.