Créditos
Fidel Quevedo / Eduardo Martins
Con el renovado impulso a la industria naval que actualmente experimenta el país, Política y Estrategia, inicia un ciclo de entrevistas que busca analizar el curso de la producción industrial nacional en materia de defensa. En ese contexto, dialogamos con Sergio Casanave Quelopana, representante de Diseños Casanave, empresa de larga tradición en el sector, que, entre otras cosas, desarrolla drones de ataque y de reconocimiento, ingenios que están revolucionando el concepto de la guerra, como lo prueba el conflicto armado que se desarrolla en Ucrania.
¿Cuál considera que es el papel que, actualmente, juegan los drones en la defensa nacional?
Bueno, la figura actual de la guerra es que el que pega primero gana. La inversión bajo un concepto lógico de rentabilidad en la guerra, en la situación actual de combate, es que yo pueda invertir lo menos posible para poder tener mayor rentabilidad. Yo invierto uno contra lo que cuesta diez, teniendo una mayor capacidad de poder neutralizar al enemigo con el menor costo posible. Con un dron se logra tener distancia, menor tiempo y, obviamente, la no exposición del personal humano ante el enemigo: ahí vemos la rentabilidad. Un tanque no baja de los cinco millones de dólares, un dron de ataque está sobre los cien mil dólares. Por ejemplo, los misiles Spike que compró el Perú: los que tenían un alcance de cuatro kilómetros costaron cien mil dólares y los que tenían un alcance de ocho kilómetros, casi doscientos mil dólares. Para poder utilizar esos misiles tengo que mandar un elemento que vea más allá; caso contrario, tengo que mandar el misil a buscar su objetivo y, si no lo encuentra, no regresa y explota. Así, se perdieron doscientos mil dólares en el aire. El de ocho kilómetros está al alcance de la artillería, por lo que, si el enemigo manda un elemento de reconocimiento contra mis fuerzas, me va a detectar y me va a eliminar. La idea es obtener un elemento de policarbonato, que tenga un perfil muy bajo, para que no sea detectable por los radares, y que, obviamente, penetre en las defensas enemigas. Puede ser un objetivo puntual manejado hasta una distancia de quince kilómetros, debiendo tener para eso un elemento que pueda hacer un reconocimiento del teatro de operaciones a efectos de determinar los objetivos a atacar con diferentes medios.
Entiendo, es el dron articulado con un sistema para el teatro de operaciones.
Así es. La información de ese sistema determina los objetivos y pasa, directamente, a un comando de operaciones. Se determina dónde están las patrullas, los elementos de ataque, el material del que se dispone y los objetivos del ataque. Eso se ve ahora en la guerra de Ucrania. La situación es el costo-rentabilidad, pues estamos hablando de uno a diez, es decir, destruyo diez tanques con el equivalente del costo de uno.
¿Y eso qué implica para el rediseño de la política de defensa de un país como el nuestro, por ejemplo?
Bajar costos. La vida útil de un dron no es cinco, seis, diez años… No, eso es falso. Un dron tiene tarjetas, sistemas modulares para ir haciendo actualizaciones. Los drones comunes que uno pone en el aire transmiten información, pero si alguien los perturba se caen. Los drones militares cuestan más, porque tienen sistemas de seguridad contra contaminantes electrónicos, tienen saltos de frecuencia cuando detectan que alguien está tratando de neutralizarlos. Hacen salto a otra gama, no a otra frecuencia. No los pueden neutralizar, ni destruir y, por tanto, logran su objetivo. En este caso, los misiles antitanque que tiene el Perú duran diez años, por lo que ya están fuera del periodo de seguridad.
Se refiere a los que se compraron en el segundo gobierno de Alan García.
Así es, ya están fuera del periodo de seguridad, por lo que pueden que funcionen como que no. La vida útil de un misil es de diez años, pero el explosivo dura 200 años. Los explosivos militares son muy longevos, lo que se malogran son las espoletas y los propelentes. Entonces, hay que tomar el misil, cambiar la espoleta, el propelente y continuar con el misil. Acá no saben hacer eso, hay que contratar a alguien para que lo haga y, obviamente, cobra casi como un misil nuevo. En el caso de los drones, la rentabilidad es grande, pues lo único que se hace es cambiar la batería. Si se necesita mejorar el sistema, se cambia la tarjeta con 100 o 150 dólares.
Por donde se le mire, los drones son más ventajosos. Su empleo está marcando un antes y un después en la forma de hacer la guerra.
Mi empresa fue pionera en eso. Hace dos años, antes de que empezara la guerra en Ucrania, ya teníamos contacto con dos empresas ucranianas, por convenio, para la producción en Perú de drones militares. Somos los únicos en el país que hacen estos drones.
Los drones militares que menciona, ¿puede especificarlos?
Hay varios tipos de drones hoy en Perú. Nosotros estamos haciendo dos: uno de ataque tipo kamikaze, antitanque y antipersonal, y otro de reconocimiento, que es de larga distancia, para la observación, descripción y marcación de objetivos en la tierra o en el mar. Este último puede cubrir hasta 200 kilómetros a ocho mil metros de altura. Y si no encuentra el objetivo, retorna.
¿Este dron de reconocimiento es comparable a los que tienen las Fuerzas Armadas colombianas?
No, la gran diferencia es que este es indetectable. Los otros son de aluminio, material que hace que sean detectables por los radares. Los colombianos, brasileños y chilenos tienen drones israelíes, igual de aluminio. Con nuestros drones se han hecho todas las pruebas y los radares no los detectan. Es una ventaja crucial, porque es un sistema diseñado para realizar ataques furtivos.
En este marco, en relación a la renovación del material blindado del Ejército Peruano, ¿debemos comprar una gran cantidad de tanques a la luz de la letalidad que tienen los drones modernos? ¿Comprar solo una fuerza reducida de tanques? ¿Potenciar los que tenemos? ¿Qué debemos hacer?
La filosofía de los institutos es que una Fuerza Aérea que no tiene aviones de combate, es una línea de transporte; una Marina de Guerra que no tiene buques, existe solo de nombre; y que un Ejército que no tiene el elemento de consolidación en combate, que es el tanque, es una Guardia Nacional. También hay quienes dicen que hay que reparar lo que tenemos. Cuando se ha presentado esa opción, nosotros podemos demostrar que tenemos cinco tanques peleando en Ucrania y que hasta ahora están vivos. Incluso han destruido T-72 y T-90, hay videos de eso. Se les puso a un nivel mejor que el T-90, esto es, un tanque que tiene todas las capacidades que puede tener uno de primera línea. Ahora bien, salen aficionados que en su vida han visto un tanque a decir que son tanques de segunda línea, etc. ¿De dónde sacan esa información? Yo hice un curso de blindados para trabajar con blindados. Aparte de eso estudié diseño de blindados. De Perú fue un general a Ucrania a probar el tanque: se quedó impactado, no podía creerlo. El sistema que tiene no necesita refrigeración exterior, porque funciona con el aire acondicionado para activar el motor, que es plano, de cuatro tiempos y 1,050 caballos. El tanque tiene sistema de carga automática, computadora balística, telémetro láser… Tiene toda la tecnología que uno se pueda imaginar.
Está hablando de T-55 modernizados, ¿cómo han llegado a Ucrania?
No es así. Nuestros tanques no son los que se compraron en la Unión Soviética en los años 70. Nuestros tanques los fabricó una empresa ucraniana en la que yo trabajaba. Son ucranianos, tengo el número de serie de todos los que compró el Perú. La empresa tiene tanques allá y me contrató para diseñar el tanque. Repotenciamos cinco T-55 y funcionan perfectamente.
Dice que han destruido tanques T-72, ¿cuántos de ellos?
Como diez o doce. El T-72 es un tanque “building”, el diseño de las torretas de los tanques rusos es un sistema de carga automática por un panel que tiene abajo. Toda la munición va ahí. La diferencia entre la munición 125 mm y la munición normal de 100 mm es que la segunda tiene un casquillo y un proyectil que cuando cae entra fuego. Mientras no crea una temperatura directa de más de 500 o 600 grados, no prende el proyectil y no estalla la carga propelente. La munición de 125 mm en la nitrocelulosa está expuesta: entra una chispa, prende toda la munición y saca la torreta como si fuera una flor. Pésimo diseño. ¿Qué hicimos nosotros? En la torreta del tanque le pusimos una parte, un nuevo diseño mío que copié del sistema del Leclerc. Igual que el del Leopard y que el de Abrams, se cierra una compuerta y carga a mano. En nuestro sistema, uno presiona un botón, saca la munición, presiona y saca las alzas. Si cae un proyectil en la torreta, no pasa absolutamente nada. Habrá un hueco y sobrevivirá la tripulación. Pero si cae en la parte de atrás, donde está la munición, se desprende, se abre y la explosión va hacia arriba.
Entonces, a su juicio, no necesitamos comprar nuevos tanques, simplemente repotenciar los que tenemos.
Lo que necesitamos es alguien que decida reparar y optimizar lo que tenemos ¿Para qué vas a comprar tanques? Tenemos más de 200. Los AMX los repotenciamos. Decían que ya no había munición, nosotros fabricamos municiones de 105 mm, pero dicen que no, que más conviene darles de baja y comprar nuevos. Esa es la lógica que tienen. Tomamos la torreta del AMX, que es muy pesada, le ponemos un cañón de 30 mm con misiles antitanque y ya tengo para combatir. La misión de caballería es de reconocimiento y enganche del objetivo. Eso se llama vehículo de combate de caballería y nosotros lo presentamos. Quedó genial, pero cambiaron de comandante general y este dijo que no le interesaba.
¿Qué misiles antitanques eran esos?
Los que nosotros hacemos en Ucrania se llaman Skif, que es un misil que tiene un sistema muy parecido al Kornet ruso, que por láser marca el objetivo que nosotros diseñamos. Hacemos sistemas láser de señalación y de señal automáticos, pero son inalámbricos. El misil Spike israelí es filoguiado, tiene una fibra óptica y un cable: una vez disparado, si se corta el cable se acabó.
¿Los Maliutka rusos ya están completamente desfasados?
Acá los han dado de baja, pero nosotros ponemos los misiles nuevos por cinco mil dólares cada uno. Funcionan perfectos, con sistema de tiro semiautomático, ya no con la palanquita. Uno pone la cruz en el objetivo y el misil se va solo. El Perú tiene más de 2,000 misiles. El problema es que podemos tener toda la tecnología del mundo, podemos tener todas las capacidades para hacerlo, pero es una decisión de Estado. Somos la única empresa privada de defensa nacional del país, pero “no existimos”. Para los militares, la única empresa en el Perú es FAME, pero esta es un bluff. FAME no fabrica armas, ensambla armas. No pueden decir que eso es producción nacional, porque están faltando a la verdad. Nosotros diseñamos municiones de entrenamiento, hacemos municiones de guerra, exportamos a países amigos.
¿Eso significa que, a excepción de su empresa, no existe una industria nacional de defensa?
No es que no exista, porque está el SIMA, que fabrica buques, y el SEMAN, que ha estado fabricando los KTP-1, un avión de instrucción y ataque ligero. En cambio, no sabemos qué hace FAME. Nosotros hacemos sesenta y tantos productos, entre armamento, drones, vehículos, municiones, tecnología y hasta sistemas de guerra electrónica. Tenemos un grupo altamente profesional, capacitado en su área, gente con doctorado en diseño de explosivos, fulminantes, etc. FAME hace munición para pistolas y fusiles, pero ¿cómo pueden darle una ley a una empresa que solamente hace eso? Con nosotros gana el país, porque pagamos impuestos y damos trabajo a los peruanos. Eso es industria militar nacional, esa es la respuesta.