Con voluntad política, integrando al Estado, la academia y a la empresa privada nacional, en la actualidad, el país podría establecer una suerte de “hub” de soluciones digitales en Defensa, a través de la creación de un instituto de investigación en tecnología militar. Política y Estrategia dialogó con jóvenes ingenieros de SAMINS, empresa que ofrece soluciones sobre gemelos digitales y realidad aumentada para dicho sector. “Tecnología propia, defensa segura”, debería ser el nombre de la cruzada de estos lúcidos emprendedores por conectar al Perú con su futuro digital.

Todo comenzó en los pasillos de la Universidad Nacional de Ingeniería, donde la teoría y la innovación solían quedarse archivadas en tesis y memorias. Pero Charlie Agüero y Luis Zorrilla decidieron algo distinto: convertir la experiencia académica en una empresa que aporte al país desde la ciencia aplicada. Así nació SAMINS, nombre que mezcla lo ancestral (“Sami”, éxito en quechua) con lo técnico: ingeniería y soluciones.

Gemelos Digitales

Hoy, estos jóvenes lideran una propuesta ambiciosa: implementar gemelos digitales y realidad aumentada para modernizar el sector defensa en el Perú, alineando capacidades nacionales con el dinamismo de las grandes potencias tecnológicas.

Un gemelo digital es mucho más que una maqueta tridimensional. Se trata de una réplica inteligente y conectada de un sistema físico real. Motores, embarcaciones, infraestructuras: todos pueden tener un gemelo digital que recopila datos en tiempo real mediante sensores y los proyecta en un entorno virtual interactivo.

“No es solo una copia. Es una herramienta de supervisión, análisis y predicción en tiempo real. Saber qué le ocurre a una embarcación sin estar ahí físicamente permite prevenir fallos, hacer mantenimiento predictivo y tomar decisiones tácticas con información precisa”, explica Agüero.

Mientras el Perú evalúa estos avances, otras naciones llevan años invirtiendo en ellos. China y Estados Unidos no solo han digitalizado parte de sus flotas, sino que desarrollan embarcaciones autónomas, drones con comportamiento en enjambre e integración total entre dispositivos IoT (Internet de las cosas, por sus siglas en inglés), lentes inteligentes y comandos operativos.

“En la guerra de Ucrania ya se han utilizado embarcaciones no tripuladas con tecnología de gemelos digitales. Eso ya no es futuro, es presente”, afirma Zorrilla.

Incluso el programa IVAS (Integrated Visual Augmentation System), impulsado por el Ejército estadounidense junto a Microsoft, utilizó lentes HoloLens para desplegar modelos 3D, mapas tácticos, reconocimiento facial y análisis del entorno en tiempo real. Aunque el contrato inicial fue cancelado por no cumplir requerimientos funcionales, la infraestructura de innovación de EE.UU. permite que otro actor tome la posta.

“Y eso es lo que nos falta: un ecosistema local que no dependa de un solo actor. Si una empresa falla, no hay reemplazo nacional”, señala Agüero.

Ante esta brecha de más de diez años con respecto a las potencias, los ingenieros proponen crear un hub nacional de innovación tecnológica para la defensa, que conecte a las Fuerzas Armadas con universidades, startups, laboratorios públicos y fondos del Estado.

“No pedimos un instituto cerrado y vertical. Lo que se necesita es un espacio colaborativo, una plataforma de cocreación. Un lugar donde el Ejército, la Marina y la FAP trabajen con investigadores, empresas y estudiantes de maestría y doctorado en proyectos de alto impacto”, señala Zorrilla.

Un punto crítico en esta visión es la dependencia de servicios en la nube de proveedores internacionales como Google, Microsoft o Amazon. Si un conflicto internacional afectara el acceso a estos servicios, gran parte de la infraestructura digital del país —incluida la militar— quedaría paralizada.

“Estamos construyendo sobre nubes ajenas. Si caen, caemos con ellas”, advierte Zorrilla.

Por ello, ambos ingenieros proponen impulsar una nube nacional alternativa, desarrollada con inversión estatal, que aproveche las ventajas geográficas del país para reducir costos: zonas altoandinas con refrigeración natural o instalaciones costeras para data centers subacuáticos, como ya experimentan empresas globales.

“No es una opción cara, es una necesidad de soberanía. Y sí, el Estado tiene los recursos para empezar. Falta decisión y visión”, agrega Agüero.

Los jóvenes de SAMINS no ignoran los obstáculos. La resistencia al cambio, tanto en el sector público como en el privado, es parte del problema. “En muchas instituciones aún prima la desconfianza hacia lo local. Si una empresa peruana no cumple todos los requerimientos al 100%, se desecha. Pero si una extranjera falla, se le da otra oportunidad”, apunta Zorrilla, aludiendo una cruda e injusta realidad.

Por eso, más que reclamar espacio, su apuesta es invitar a crecer juntos: “Cocrear” es la palabra clave. Tecnología nacional, integrada, auditada, y puesta al servicio de la defensa con identidad peruana.

El Perú cuenta con talento, recursos naturales estratégicos, universidades con potencial científico, y empresas emergentes con visión. Lo que falta es articular todo esto en una política clara de desarrollo tecnológico soberano para el sector defensa.

“Si seguimos esperando, cuando el futuro llegue, estaremos dependiendo del software de otro país, del dron de otro proveedor, del lente de otro fabricante. Y ya será muy tarde”, concluyen.

Desde los jóvenes ingenieros de SAMINS, la misión está clara: que el Perú no sea espectador del siglo XXI, sino protagonista.

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