La presencia de un nuevo gobierno en Siria, tras el derrocamiento de Bashar al Asad, pone sobre la mesa el alcance de la disputa estratégica entre Israel y Turquía, países que compiten por la supremacía en Oriente Medio, ahora que Irán está fuera de combate. El caso es que el reseteo geopolítico que ha generado en la región el ascenso al poder de Ahmed al Sharaa marca la pauta de la confrontación que se avecina entre Ankara y Tel Aviv.
La victoria de Israel sobre Hamás en Gaza y Hezbolá en Líbano, sumada a la caída de Al Asad en Siria, han significado un rudo golpe al prestigio de Irán y debilitado, fuertemente, su influencia en Oriente Medio, vacío de poder que pretenden llenar Turquía e Israel, los mayores poderes militares en la región: el primero miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y el segundo, aliado extra-OTAN.
Presencia militar turca
Turquía pretende erigirse en garante de la integridad territorial del país árabe, mellada con la creación por parte de Israel, en octubre pasado, de un área desmilitarizada en los Altos del Golán, así como con los ataques aéreos israelíes realizados contra almacenes, cuarteles generales y bases aéreas sirias tan pronto como se conoció el triunfo de las fuerzas de Al Sharaa, acciones que pulverizaron el equipo del Ejército y la Fuerza Aérea siria.
Turquía está ya formando al nuevo Ejército sirio, lo que pasa también por dotarlo de armamento moderno; turco, por supuesto. También ha expresado su interés por contar con dos bases aéreas en Siria, en circunstancias que Rusia aún mantiene una base aérea en su territorio, a la espera de una decisión definitiva sobre su futuro. Estos activos se sumarían a las bases militares turcas ya presentes en Catar y Somalia.
Palestina, piedra en el zapato
Las relaciones entre Israel y Turquía llevan años de altibajos, pero se resquebrajaron, significativamente, a raíz de la invasión israelí de la franja de Gaza llevada a cabo a fines del 2023, que se ha saldado con la muerte de unas 65,000 personas (70 % son mujeres y niños, según la ONU). Es así que Turquía ha calificado de “genocidio” la operación militar israelí en Gaza y ha suspendido las relaciones comerciales con Israel.
En este contexto, Turquía se opone al plan de Estados Unidos de tomar el control de Gaza y expulsar a los palestinos de su tierra, forzando a Egipto y Jordania a acogerlos. Por el contrario, respalda el plan adoptado el 4 de marzo por la Liga Árabe para crear un fondo económico destinado a la reconstrucción de Gaza, cuyo gobierno sería asumido por la Autoridad Nacional Palestina (ANP), dejando fuera de la partida a Hamás.
Intereses geopolíticos contrapuestos
La defensa que hace Turquía de los palestinos irrita a Israel, país que pretende apoderarse de la mayor cantidad posible de territorio palestino, ya no se diga en Gaza, sino también en Cisjordania, donde se expanden los asentamientos ilegales. Del mismo modo, los lazos de Israel con los kurdos fastidian a Turquía, país que alberga a una importante población kurda, a la que se niega a otorgarle autonomía, mucho menos independencia.
Y en el noreste de Siria también hay kurdos, a los que respalda Estados Unidos y contra los que combaten fuerzas proturcas. De manera que la mesa está servida para el enfrentamiento indirecto en territorio sirio entre Israel y Turquía, que, llegado el momento, puede convertirse en un choque directo, en circunstancias que uno y otro disponen de sistemas de armas avanzados, que incluyen misiles balísticos de alcance medio e intermedio.