La amenaza formulada por Nicolás Maduro acerca de que está dispuesto a entregar a los miembros del foro BRICS los bloques de gas y petróleo de Venezuela, en medio de los cuestionamientos que hace Estados Unidos a la legitimidad del proceso electoral del cual se proclama vencedor, marca una nueva movida en la partida del tablero de ajedrez geopolítico global, en la que Washington se enfrenta a Moscú y Pekín, además de Teherán.
Estados Unidos lidera la condena regional a la más reciente reelección del controvertido gobernante venezolano, que ha llevado a que cinco países latinoamericanos desconozcan su triunfo en las elecciones presidenciales celebradas el pasado 28 de julio y, por el contrario, reconozcan la victoria de Edmundo González, situación en medio de la cual la oposición promueve protestas para forzar al chavista a dejar el poder.
Los otros también cuentan
El caso es que China, Irán y Rusia, miembros del BRICS, han reconocido la nueva reelección de Maduro y, además, el presidente Vladímir Putin lo ha invitado a participar en la próxima cumbre de este foro, a desarrollarse en octubre en la ciudad rusa de Kazán. Será la primera que tenga lugar desde que esta entidad se amplió el 1 de enero de este año, reforma que ha dado paso al formato BRICS+.
Como se sabe, el BRICS primigenio estaba integrado solo por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, países a los que se han sumado Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán. Es conocido también el interés de Venezuela por unirse al BRICS+, lo que, de producirse, le permitiría a este foro contar con cinco de los diez países con las mayores reservas probadas de petróleo del mundo.
Un eje potente y desafiante
China, Irán y Rusia también son miembros de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), entidad que está debilitando la influencia de Estados Unidos en Eurasia. Los tres países mencionados realizan ejercicios navales conjuntos desde hace cinco años y dan pasos destinados a fortalecer la cooperación política y económica, lo que incluye impulsar, fuertemente, los lazos comerciales, sobre todo entre Irán y Rusia con China.
A tener en cuenta que China, Irán y Rusia mantienen posiciones comunes en relación a la guerra de Gaza, en la que Estados Unidos apoya a Israel, y que China y Rusia objetan los movimientos militares de Estados Unidos en el Indo-Pacífico. China e Irán, asimismo, se cuidan de no condenar la invasión rusa de Ucrania, conflicto armado en el que, por lo demás, Teherán suministra drones kamikaze a Moscú.
Nada está dicho (aún)
El respaldo que obtiene Maduro de parte de China, Irán y Rusia, a la vista de lo relatado, no es poca cosa, pues hablamos de tres potencias que integran dos importantes bloques geopolíticos y que, cada vez más, coordinan sus acciones para oponerse a Occidente, que incluye a Estados Unidos y la Unión Europea (UE), entidad esta última que también se niega reconocer el controvertido triunfo electoral del chavista.
Se deduce entonces que Venezuela no es ajena a la disputa geopolítica global, en la que está en juego la preeminencia política, económica y militar de Occidente, que lidera Estados Unidos, potencia que se opone, firmemente, al predominio de Rusia en Europa, de Irán en Oriente Medio y de China en el Pacífico. De este pulseo, cada vez más violento, depende el surgimiento de un mundo multipolar.