La contraofensiva ucraniana, vigente desde junio pasado, encuentra enormes dificultades para conseguir su objetivo estratégico, a saber: conquistar la provincia de Zaporiyia y, de este modo, cortar el corredor terrestre ruso hacia Crimea. Entre los sistemas de armas rusos empleados para contener el ataque ucraniano destacan los helicópteros de ataque, que están causando bajas sensibles en las fuerzas enemigas.

El Ejército ucraniano ha roto ya, en varias partes, la primera línea de defensa rusa en el sur, aun a costa de sensibles pérdidas humanas y materiales. El caso es que ahora debe llegar a la segunda y tercera líneas, que se consideran, incluso, más fuertes que la primera y que tienen como objetivo desgastar a las fuerzas ucranianas tanto como sea posible, a fin de preparar el terreno para un eventual contraataque ruso.

Demonios del aire

Rusia está aprovechando su superioridad aérea para emplear, masivamente, helicópteros de ataque Ka-52, Mi-24 y Mi-28. El primero y el tercero son plataformas especializadas en realizar ataques contra fuerzas terrestres, sobre todo carros de combate, a diferencia del segundo, que también puede transportar tropas. Además, son más modernos que el Mi-24, ampliamente, utilizado en la ocupación soviética de Afganistán (1979-1989).

Los helicópteros de ataque rusos, que están armados con cañones, cohetes y misiles antitanque, sufrieron bajas sensibles en los primeros meses del conflicto armado, a manos de los cientos de sistemas de defensa aérea portátiles (MANPADS) entregados a Ucrania por las potencias occidentales. Por esa razón ahora solo emplean misiles antitanque, cuyo mayor alcance permite que las máquinas voladoras queden fuera del radio de acción de los MANPADS.

Contra lo mejor de Occidente

El Kremlin se jacta de que, en lo que va de la contraofensiva ucraniana, sus helicópteros de ataque han destruido a los mejores tanques de batalla occidentales, entregados para potenciar el esfuerzo de guerra del país invadido. Es así que ha mostrado fotos y videos en los que se ven destruidos tanto los británicos Challenger 2, como los alemanes Leopard 2, para lamento no solo de Kiev, sino también de Berlín y Londres.

Ahora queda por ver qué pasará cuando lleguen a Ucrania los tanques de batalla estadounidenses M1 Abrams, lo que debe ocurrir en las próximas semanas. Porque lo cierto es que, aunque llevarán consigo proyectiles revestidos de uranio empobrecido, que causaron estragos en la fuerza de blindados iraquíes durante la guerra del Golfo (1991), estarán desprovistos de su avanzado blindaje de uranio empobrecido.

¿F-16 al rescate?

Ucrania confía en que el próximo arribo de aviones de combate F-16 –de segunda mano, aunque modernizados– permita disputarle la superioridad aérea a Rusia y, con ello, dificultar el accionar de sus temibles helicópteros de ataque, que, en combinación con el fuego de artillería, están infligiendo duros golpes a los blindados enemigos, que ya de por sí tienen suficientes problemas con los dientes de dragón y las miles de minas que encuentran en su avance.

A tener en cuenta que los F-16 llevan misiles aire-aire AIM-9 Sidewinder y AIM-120 AMRAAM, de guía pasiva por infrarrojos y de guía activa por radar, respectivamente. Este último tiene un alcance de más de 100 km, a similitud del R-77 que portan los modernos aviones de combate rusos Su-35, que llevan el peso de la batalla aérea en Ucrania y en los que el Kremlin cifra sus esperanzas para, llegado el momento, contrarrestar a los aparatos estadounidenses.

❯❯ Carlos Rada Benavides es analista de temas internacionales y de seguridad.