El reciente ingreso de Irán como miembro pleno de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) pone de relieve, una vez más, la importancia que está cobrando este organismo de cooperación interestatal para el cumplimiento de los objetivos geoestratégicos de China y Rusia en Asia. En ese sentido, el fortalecimiento de la OCS implica el debilitamiento de la influencia de Estados Unidos en este continente.
La OCS integra, además de China, Irán y Rusia, a India, Kazajistán, Kirguistán, Pakistán, Tayikistán y Uzbekistán. Esto es, forman parte de ella los dos países más poblados del mundo (India y China), que, además, están entre las cinco economías más grandes, así como tres de los cinco países con los mayores gastos de defensa (China, Rusia e India) y, por si fuera poco, cuatro de las nueve potencias nucleares existentes (Rusia, China, Pakistán e India).
Lucha contra los tres males
Esta organización busca dinamizar las relaciones políticas y económicas entre sus miembros, a la vez que enfrentar, de manera conjunta, el terrorismo, el extremismo y el separatismo, fenómenos que, en mayor o menor medida, afectan a todos ellos. En el caso de China, por ejemplo, están los casos de Tíbet y Sinkiang, región esta última en la que Washington acusa a Pekín de violar los derechos humanos de los uigures.
En este contexto, la OCS realiza, anualmente, ejercicios militares dirigidos a contrarrestar los tres males, a propósito de lo cual China y Rusia se preparan para realizar ejercicios navales conjuntos en el mar del Japón. Pero también para hacer frente a las revoluciones de colores, protestas masivas contra gobiernos autocráticos en las que Moscú y Pekín ven la mano de Washington para desestabilizar a sus países.
Entramado regional
Es preciso señalar que los países centroasiáticos que integran la OCS también forman parte de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) y/o la Unión Económica Euroasiática (UEE), entidades que encabeza Rusia, junto a la Comunidad de Estados Independientes (CEI). Mientras que la OTSC es una alianza militar, que cuenta con una Fuerza de Reacción Rápida para luchar contra el terrorismo, la UEE es una asociación económica.
Asimismo, la OCS se inserta en el recorrido de la Nueva Ruta de la Seda (NRS), el ambicioso proyecto geoestratégico que, a través de la construcción y/o modernización de infraestructuras terrestres y marítimas, impulsa China para mejorar la interconexión entre Asia Oriental y Europa Occidental. Dicho sea de paso, Estados Unidos y el Grupo de los Siete (G7) se oponen a la NRS, mientras que India la observa con recelo.
Papel de India
Al respecto, queda por desvelar el papel de India en este asunto, pues si bien forma parte de la OCS, así como del foro BRICS, lo cierto es que también es miembro del foro Diálogo y Seguridad Cuadrilateral, conocido como QUAD, y del Marco Económico del Indo-Pacífico (IPEF, por sus siglas en inglés), entidades que Estados Unidos emplea como arietes para contrarrestar la influencia geopolítica de China en Asia-Pacífico.
En este escenario, si bien China es el principal socio comercial de India, también es el principal aliado de Pakistán, enemigo mortal del país hindú. Igualmente, ambas potencias tienen problemas limítrofes que, de cuando en cuando, desembocan en enfrentamientos armados y, por si fuera poco, India ve con malos ojos la creciente presencia china en el océano Índico, al que considera una suerte de Mare Nostrum.
Ampliación de la OCS
Además de sus nueve miembros de pleno derecho, la OCS cuenta con tres países en condición de observadores y nueve en condición de socios de diálogo. Precisamente, uno de los países observadores, Bielorrusia, uno de los más firmes aliados de Rusia, suscribió el 4 de julio un memorando de compromiso para su adhesión en el marco de la última cumbre de la OCS, celebrada de manera virtual.
Así las cosas, China y Rusia siguen adelante en el cumplimiento de sus objetivos geoestratégicos, que pasan por sentar las bases de un mundo multipolar, en aras de socavar la hegemonía de Estados Unidos. El mundo debe prepararse, pues, para un reacomodo inminente de las placas tectónicas de la geopolítica global, que ha de tener profundas repercusiones en todos los aspectos de la esfera internacional.
❯❯ Carlos Rada Benavides es analista de temas internacionales y de seguridad.