Aunque el último sondeo de opinión la deje a once puntos por debajo, el único escenario posible en donde Keiko Fujimori pudiera acceder a la presidencia del Perú, sin duda alguna, era enfrentarse en segunda vuelta a un candidato casi impresentable como Pedro Castillo, de marcada ideología marxista, sospechoso de sostener vínculos con Sendero Luminoso, y que, en general, represente la opción más cercana a lo que son las dictaduras de izquierda en América Latina como Cuba o Venezuela.

Keiko, la candidata que más anti voto produce, pero con un núcleo duro que le permite superar el diez por ciento –más o menos— del universo electoral, había de perder frente a cualquier candidato que las encuestadoras, a lo largo de semanas y meses, presentaba en la “fotografía” de intención de voto.

Es decir, si se enfrentaba con López Aliaga, De Soto, Lescano, Mendoza, Urresti, Acuña, Forsyth o Guzmán (quienes aparecieron intermitentemente en la foto de las encuestadoras), Keiko perdería de manera irremediable.

Más allá de que vayan cayendo en miserable desprestigio quinquenio tras quinquenio ¿Cómo fue posible que las empresas encuestadoras no hubieran advertido el avance de Pedro Castillo, sólo faltando —prácticamente–, una semana para los comicios de abril?

Ensayemos una alocada teoría de la conspiración respondiendo breves y fáciles preguntas: ¿Quién mantuvo comiendo de su mano, literalmente, a las empresas encuestadoras, llámese Datum o CPI, durante más de una década?

¿Quién fue el rey de los psicosociales en la década del 90, encubierto manipulador de masas y audaz titiritero, aquel quien, sin abolengo ni fortuna, puso a sus pies a banqueros y broadcasters?

Exacto. Ni más ni menos que el “Doc”, Vladimiro Montesinos Torres. Si bien es cierto que ya no ejerce el poder bajo la sombra y purga prisión, es necesario entender que verdadero poder para manejar a las encuestadoras es el dinero, tal y como lo declaró. Hoy por hoy,¿Está realmente misio el Doc?

Pero sigamos con interrogantes mucho más fáciles:

¿Cuál fue la mente criminal que puso en jaque al estado peruano durante toda la década del 80 y parte del 90, a través de los actos terroristas más sangrientos registrados en la historia del Perú? Abimael Guzmán Reynoso, obvio.

¿Qué tienen en común estos trascendentes personajes –además de arequipeños, al igual que nuestro ilustre premio Nobel de Literatura, MVLL— y cuyos destinos parecen entrecruzarse cual serpientes en labor de apareamiento?

Claro, además de que ambos purgan condena en la Base Naval del Callao, su condición de reos (prisión casi perpetua en el caso de Montesinos y de por vida para Guzmán), de edades avanzadas, pero vivos, a fin de cuentas, anhelan la libertad… o cuando menos, mejoras en sus condiciones carcelarias.

¿Puede creerse que las mentes más brillantes –y orientadas hacia el mal–, que irrumpieron en la escena nacional luego de la segunda mitad del siglo pasado, y más allá del natural deterioro físico por el paso de los años, pudieran mantenerse inactivas a causa del prolongado encierro?

¿Acaso los presos comunes, hacinados, pero con el tiempo eternizado del encierro, no pulen sus mentes criminales y provistos únicamente de un celular, no causan estragos en la sociedad, extorsionando y simulando secuestros?

Entonces, aquellos quienes sostuvieron poder de mando sobre los más poderosos e, incluso, que infundieron temor y veneración por su capacidad de decidir quién vivía o moría ¿Debían resignarse a su suerte en sus frías y monótonas celdas?

¿No es digna la actual coyuntura electoral, con Keiko Fujimori y Pedro Castillo en la segunda vuelta, de una conjura finamente elaborada por mentes expertas en manipulación de masas y psicosociales?

Dejando de lado la exagerada idea de que Vladimiro y Abimael pudieran haber planificado, en conjunto, y en la propia Base Naval, el desenlace que ahora obliga a los peruanos a decidir entre la extrema (¿Y terruca?) izquierda y el fujimorismo, que lleva consigo el halo de la corrupción y los vínculos con el narcotráfico, ¿Acaso el ex asesor no podría tener la capacidad de mover algunas “piezas” a control remoto, para fabricar el único escenario en donde podría recuperar su libertad, cual es un gobierno de Keiko Fujimori?

El “toque” de Montesinos –en el marco de esta teoría conspirativa— se evidencia en la suerte de “juego” que dominaba el Doc para lograr que las empresas encuestadoras, “nunca vieran venir a Castillo”, hasta los diez o quince días antes de la elección.

¿No le resultaría relativamente fácil al Doc, entrever la oportunidad de hacer que dichas empresas oculten al profesor de Cajamarca, advirtiendo que el grupo de poder que regenta a la mayoría de medios de comunicación, pretendían imponer a sus candidatos, llámese Forsyth o Lescano, inflando y manipulando las encuestas?

En este ejercicio especulativo, sería claro que Vladimiro podía calcular la capacidad del voto duro de Keiko para llevarla a la segunda vuelta y que, el único antídoto contra el anti voto del fujimorismo –que siempre superó el 50% en las encuestas–, tenía que ser Pedro Castillo, mucho más radical que Mendoza.

Por su parte, Abimael Guzmán ya había vislumbrado un gobierno de Sendero Luminoso vía “infiltración” en el sistema democrático, e incluso, habría precisado directivas en ese sentido a sus huestes, a través de una estrategia legal.

La edición impresa de la revista Política y Estrategia de noviembre del 2005, recoge, en la entrevista al coronel Benedicto Jiménez, líder del GEIN (Grupo Especial de Inteligencia que capturó a Guzmán), una predicción de escalofriante actualidad: “la estrategia legal de Sendero, le permitirá regresar y tentar el poder en unos quince años”.

la estrategia legal de Sendero, le permitirá regresar y tentar el poder en unos quince años

Benedicto Jiménez – Revista Política & Estrategia, noviembre 2005

Si a ello se suma la labor internacional de las ONG’s pro izquierda (y nueva izquierda) y sobre todo organizaciones como el Foro de Sao Paulo, que vienen allanando el camino para que los movimientos de orden marxista accedan al poder, el líder de Sendero en prisión, también conocido como “presidente Gonzalo”, sólo tendría que esperar, con tranquilidad proverbial, a que su movimiento, cumpla con el objetivo supremo de llegar al poder.

¿Quién ganará esta partida de ajedrez? ¿Vladimiro o Abimael?

Lo importante, es que no pierda el Perú. Ω