Aunque Pedro Castillo sostenga un ascenso continuo en las preferencias electorales para la segunda vuelta, no deja de constituir la mejor opción como contendor para Keiko Fujimori. Cualquier otro, –el propio Castillo ahora lo hace–, sólo debía sacudir la alfombra para levantar la polvareda de denuncias por corrupción y otros delitos que involucran al padre y a la hija.

En la última década, los medios masivos de información se encargaron de enfocar, desde diversos ángulos, toda la corrupción y crímenes de lesa humanidad en la que incurrió el fujimorato durante su periodo de gobierno.

Con ello, inevitablemente, calaron en el inconsciente popular, premisas como que: Keiko nunca ha trabajado; no posee mayor experiencia de gestión de gobierno; que, durante su periodo congresal, dos tercios de dicha etapa las dedicó a llevar estudios fuera del país, y a tomar licencias pre y pos natales, etc.

No obstante, existe un pasado mucho más terrible en la memoria colectiva como es la barbarie senderista. También la escasez de alimentos, las colas y otros fenómenos producto de la inflación descontrolada durante el primer gobierno de Alan García.

Sobre ambos aspectos, enquistados en la mente de quienes bordean los cincuenta años de edad, existen registros históricos que Keiko Fujimori deberá utilizar para llegar a la psiquis de los “milenials”, a los electores más jóvenes, como un ejemplo de lo que sería un gobierno de la izquierda radical.

Recurrir a tales elementos de nuestra memoria colectiva, ligándolos a las realidades de Venezuela, Cuba o Nicaragua, la candidata de Fuerza Popular construirá un poderoso cóctel molotov contra Pedro Castillo, arma que nunca hubiese podido esgrimir contra cualquier otro de quienes participaron en la primera vuelta.

Precisamente la certeza de que es la primera vez, en tres contiendas electorales, que Keiko posee un arma más pesada que sus propios pasivos, y permitiéndonos incursionar, nuevamente, en la teoría de la conspiración del artículo anterior, es que Vladimiro Montesinos podría estar frotándose las manos de gusto por la expectativa de que, esta vez, existe una mejor y mayor probabilidad de que un Fujimori, vuelva a Palacio de Gobierno.

El ex asesor está por salir de presión después de una larga condena y podría volver a tentar protagonismo en un eventual gobierno de Keiko.

No importa que Castillo le lleve tres cuerpos de ventaja. Es la naturaleza del “Outsider” elevarse como la espuma y representar la figura mesiánica que un pueblo poco informado, y harto de la corrupción y la brecha social, necesita para alimentar la esperanza de bienestar y justicia.

Dependerá entonces de la habilidad comunicacional y persuasiva del equipo de Keiko para “desenmascarar” y difuminar el espejismo que representa Castillo en esta elección, para hacer entender a la gente que votar por Perú Libre, supone un boleto de ida y sin retorno, a una realidad que podría ser mucho más lastimera que la venezolana.

Entender que la irrupción de Perú Libre en la escena nacional, constituye una respuesta de la población ante la incapacidad de los sucesivos gobiernos en perfeccionar el modelo económico y político, es perentoriamente clave.

Keiko Fujimori deberá transmitir a la comunidad que el modelo debió perfeccionarse en lo económico para permitir la justicia social y evitar la conformación de oligopolios en sectores como el farmacéutico, agrícola, medios de comunicación, etc., asunto que será el mayor reto para Fuerza Popular, en apenas seis semanas de campaña.

En lo referido a la reforma política, Fujimori deberá hacer un “mea culpa” y convencer a los electores de que promoverá la renovación por tercios, que otorgará las herramientas para que la población castigue a las bancadas que, por su mayoría de escaños (por ejemplo), intente minar el trabajo del ejecutivo.

En síntesis, uno y otro bando peleará por mostrar al adversario como la bestia negra que hay que erradicar de nuestro país. Pedro Castillo dirá “No a la corrupción y al narcotráfico”. Keiko Fujimori buscará estremecer al electorado con la visión apocalíptica de un Perú paria internacional, sujeto a un régimen de evolución comunista, con derechos humanos relativizados por el gobierno y sin libertad individual.

El miedo cundirá en esta campaña por necesidad. Ω