El jurista y exasesor presidencial Carlos Jaico, en diálogo con Política y Estrategia, analiza los problemas más apremiantes del país, como el crimen organizado. Desde su perspectiva, destaca la necesidad de soluciones integrales, así como de consensos, reconociendo que el problema ha trascendido fronteras.
Existe una sensación de inacción por parte del gobierno sobre los principales problemas que afectan al país. Hay, incluso, consenso en que el crimen organizado es el más transversal a todos los sectores y que los sucesivos gobiernos no han sido capaces de reprimir. Desde su perspectiva, ¿qué es lo que se debería considerar para solucionar este problema?
Debemos abordar soluciones integrales que incluyan políticas internas y externas, dado que el problema ha traspasado fronteras. Internamente, es crucial evaluar los recursos para combatir el crimen organizado, enfocándonos, especialmente, en fortalecer la capacidad de la Policía Nacional del Perú. Reconocemos la difícil situación actual, marcada por la insuficiente preparación de la Policía durante, al menos, dos décadas. El fenómeno delictivo ha extendido su alcance a las fronteras, respaldado por recursos económicos considerables. Este desafío que afrontamos no es exclusivo de nuestro país, ya que toda América Latina enfrenta un problema similar.
Específicamente, ¿que causó el deterioro?
Perdimos el paso en la especialización de la Policía y a eso hay que sumarle la poca convocatoria de nuevos efectivos. Hoy no nos damos abasto para cubrir la población nacional. Hay déficit de postulantes tanto en la Escuela de Oficiales como en las Escuelas de Suboficiales. No se están dando los incentivos necesarios como para que se logren esos objetivos.
De haber tenido más de 20 mil efectivos especializados en investigación hace tres décadas, con una población menor a la actual, la sociedad acusa un impacto hoy…
Desde hace unos 20 años, más o menos, la Policía se ha ido debilitando como institución. No hemos tenido, por ejemplo, una capacidad operativa importante y no ha sido dirigida con una visión institucional, que redunde en la protección al ciudadano; por el contrario, se ha ido desvirtuando, ha perdido en moral, en ética profesional, lo cual ha hecho de que, al final… Mire usted los problemas que tenemos, esto es, precisamente, consecuencia de todo ese cúmulo de errores que hemos ido arrastrando, sobre todo de parte de presidentes y ministros.
Eso afectó la institucionalidad…
Ese es un gran problema. Por ejemplo, el año pasado, cuando se hizo esta norma para que el ministro del Interior y también el comandante general de la Policía permanezcan tiempo sin ser removidos… Me parece que era una buena idea. ¿Por qué? Porque siempre se ha considerado al comandante general de la Policía como un aliado del gobierno y sujeto a los gustos del Ejecutivo o del Congreso y, al fin y al cabo, lo removían del cargo y ese es un problema que produce inestabilidad.
Si consideramos como crimen organizado aquel que ha penetrado la estructura del gobierno, parece que, mientras la Policía se desorganiza, el crimen se organiza cada vez más y mejor.
Sí, el crimen actúa de manera diversificada, penetra las instituciones, y como tiene medios económicos, lo logra. Los criminales identifican, por ejemplo, un policía, un juez, un congresista, un candidato: ellos están allí, apostando por un virtual líder político, porque saben que, a partir de este, tendrán un pie dentro de la administración pública para poder funcionar o para que este funcionario también pueda cerrar los ojos y que ellos puedan continuar con sus actividades.
¿Está usted de acuerdo con la calificación de narco-Estado para nuestro país?
Decir que es un narco-Estado no es exacto. Todavía no estamos a ese nivel ahora, pero no significa que no vayamos a llegar, porque, precisamente, como le decía el narcotráfico mueve miles de millones y ante una gran suma de dinero, muchos espíritus débiles pueden caer. ¿Pero sabe que es lo peor de todo? Es tiempo de elecciones. Lo que se viene es preocupante, pues vamos a tener más de 30 partidos políticos, lo que significa que va a haber entre mil y dos mil candidatos. ¿De dónde van a sacar dinero para pagar las campañas?
Parece obvio, ¿no?
Entonces, es ahí donde debemos tener mucho cuidado para evitar que, precisamente, nos volvamos un narco-Estado y yo creo que deberíamos reforzar las medidas para evitar que esto se consolide.
Las autoridades electorales tienen la misión de prevenir esa situación.
En nuestro país el problema radica en la falta de filtros y esfuerzos por parte de los partidos políticos para garantizar una representación de calidad. El Congreso evidencia un deterioro constante, sin mejoras comparativas con administraciones anteriores. La prioridad parece desviarse, generando incertidumbre sobre cuál fue peor. La raíz del problema reside en la negligencia de quienes suministran la materia prima política, con partidos que no cumplen su función. Recordando un caso pasado, un partido, ahora renombrado, tuvo al menos cinco alcaldes encarcelados, indicando posibles prácticas criminales. La solución es esencial: reformar la Ley de Partidos Políticos y la de organizaciones políticas, el epicentro de los problemas políticos en el Perú actual.
Cuán complicado es que el país mantenga un órgano estratégico en esa materia (JNE) y se mantenga plagado de problemas y cuestionamientos. Hay dudas justificadas sobre el presidente de ese organismo, su pasado comunista o vinculado a Sendero… en ese contexto ¿advierte usted un riesgo de que pueda acceder al gobierno, un grupo mucho más radical, tal vez con Antauro Humala?
Mencionas un ejemplo destacado: ¿Cómo una persona que atentó contra la vida de cinco policías lidera un partido político? Su ideario extremo y rechazo a la democracia generan contradicciones y situaciones difíciles para la democracia. A pesar de afirmar que no es la cabeza visible, es la única y se le ve en todas partes. En el 2020, se discutía en el Congreso el tiempo de afiliación para candidatos presidenciales. Las críticas llevaron a reducirla, de un año a seis meses, permitiendo la participación de todos. Curiosamente, el último día hábil para inscribirse como candidato a la presidencia, Pedro Castillo se inscribió con el ideario de Vladimir Cerrón. Preveo un escenario similar en el 2026.
¿Hay algo positivo que usted puede este identificar en nuestro actual devenir?
Hay varias cuestiones a considerar. La justicia, aunque imperfecta, cumple su función. Con más de 30 partidos políticos y numerosos candidatos, es esencial reflexionar sobre las experiencias pasadas de aquellos en la cárcel o enfrentando procesos judiciales. Los aspirantes deben tener una visión clara, cuadros técnicos y preparación, ya que la corrupción tendrá consecuencias penales. Somos el único país con cinco expresidentes en prisión. En otro aspecto, las posiciones de izquierda en Perú, lideradas por los actuales representantes, han demostrado ser ineficaces durante al menos 20 años. A diferencia de la izquierda consensuada y dialogante en otros lugares, en Perú ha predominado la confrontación y la muerte, en lugar de avanzar, conjuntamente, en la solución de los problemas del país.
¿Cuál sería el origen de un accionar de la izquierda que ha sido incapaz de proponer soluciones efectivas y siempre ha entrampado más bien eso? ¿No proviene, acaso, de extensos períodos de postergación de quienes han ostentado la riqueza o el poder, es decir, la derecha? ¿No ha habido por parte de la clase dirigente, o más pudiente, una desatención sistemática de las necesidades de la población?
Evidentemente que, ante esa acción de la izquierda, o inacción, también hay una acción o inacción de la derecha en el país. Acá, la derecha tampoco se ha caracterizado por ser, digamos, visionaria, brillante. Muy por el contrario, cuando han tenido el poder, precisamente, lo que ha ocurrido es una repartición entre ellos, dejando de lado el país y eso lo hemos visto en el Perú y mucho. O sea, demasiada riqueza concentrada en un solo grupo, lo cual ha empobrecido al resto del país y, entonces, debemos decir que es preciso contar con una derecha más cultural, más nacional, centrada en los verdaderos problemas del país, no en sus intereses, porque eso es lo que hemos tenido acá.
Entonces son necesarios los consensos y también los mea culpa para poder encontrar una salida auténtica.
Sí, pienso que hay personajes razonables, tanto en la izquierda como en la derecha, pero todavía no han salido, no han dado ese paso de consenso, porque el Perú lo que ahora necesita, por la fuerza de la realidad, es un consenso, no hay de otra. No hemos crecido como país, como instituciones, allí tanto derecha como izquierda no han hecho su trabajo, un trabajo de verdad, importante, que nos permita ahora decir vamos a caminar en esta vía.
Ha mencionado que hay personajes bastante lúcidos que todavía podrían irrumpir en el escenario político, ¿se animaría a mencionar alguno?
Cada individuo debe reflexionar sobre su capacidad para entrar en la función pública, dado el problema de personajes delincuenciales que han contaminado la política. La banalización de la función pública presenta desafíos para profesionales cualificados que podrían aportar. A pesar de contar con personas talentosas y preparadas, el temor a represalias y “vendettas” dificulta su ingreso. Este problema requiere eliminar las cabezas corruptas en las organizaciones, para atraer a personas inteligentes y talentosas.
* Fotografías de Gerardo Farronay