La respuesta militar lanzada el 13 de abril por Irán contra Israel, tras el ataque que, días antes, sufrió su consulado en Siria, que se saldó con la muerte de 16 personas, entre ellas un alto cargo de la Guardia Revolucionaria Islámica (GRI), ha llevado al gobierno de Benjamín Netanyahu a anunciar que, de todas maneras, aun a pesar de la postura contraria de Estados Unidos, habrá una represalia contra el país persa. Este hecho puede desencadenar una escalada de consecuencias impredecibles en el ya de por sí inestable Oriente Medio.

La administración Biden, consciente de los serios riesgos geopolíticos que conlleva un ataque de Israel contra territorio iraní, le ha pedido contención a Netanyahu, quien, empero, no quiere saber nada que no signifique una acción de fuerza contra Irán. Ello, en medio de las operaciones militares que lleva a cabo Israel en la franja de Gaza, que incluyen una inminente ofensiva en Rafah, a pesar de la oposición internacional, dado que incrementará la cifra de muertos entre los palestinos, que ya asciende a más de 33,000.

¿Retaliación necesaria?

Así las cosas, queda por preguntarse si, realmente, es necesaria la retaliación que prepara Israel, dado que el ataque de Irán contra su territorio no causó mayores daños, ni humanos ni materiales, a pesar de haberse utilizado, aproximadamente, 300 drones y misiles, la mayoría de los cuales fue interceptado antes de que llegara al espacio aéreo israelí por sistemas de Estados Unidos, Francia, Jordania y Reino Unido. De este modo, no se ha podido apreciar la verdadera efectividad del tan cacareado sistema antiaéreo multicapas de Israel.

El caso es que el ataque iraní se trató más de un mensaje político que de otra cosa, dado que, por canales secretos, se cuidó de poner sobre aviso acerca del mismo a Estados Unidos, comunicación cuyos mandos militares transmitieron a sus pares israelíes. Y es que todo parece indicar que el gobierno iraní solo quería hacer gala de su poder militar, tanto para apaciguar las ansias de revancha de sus ciudadanos, como para disuadir a Israel, siempre dispuesto a aprovechar las señales de debilidad de sus adversarios.

¿Qué puede pasar?

Pero el gobierno israelí, de extrema derecha, siente que debe responder, de alguna forma, a lo que considera una afrenta, en medio de la exhortación de Estados Unidos para que la respuesta sea limitada, sirva solo para salvar las apariencias y no se lleve a cabo en territorio de Irán, aunque no queda claro si se va a considerar a las sedes diplomáticas como parte del mismo. De otro modo, provocará otra contestación de parte del régimen iraní, que ya ha hecho saber que si su territorio es atacado su réplica será “decisiva e inmediata”.

El caso es que, si Israel ataca territorio iraní, sean cuales sean los daños causados, obligará al gobierno persa a volver a responder, dando lugar a una peligrosa escalada que puede incendiar Oriente Medio. Porque Irán tiene misiles más potentes y letales que los exhibidos en su último ataque, así como aliados que pueden decidir jugarse el todo por el todo contra su enemigo común. E Israel posee, en última instancia, las temidas armas nucleares, desplegadas no solo en misiles balísticos, sino también en misiles de crucero transportados por submarinos.

❯❯ Carlos Rada Benavides es analista de temas internacionales y de seguridad.