El experto en temas de narcotráfico y consultor en seguridad integral, Pedro Yaranga Quispe, alerta sobre el exponencial crecimiento de organizaciones criminales como la brasileña Primer Comando Capital (PCC), nacida en las cárceles y dedicada al tráfico ilícito de drogas y a la minería ilegal, entre otras actividades delictivas, que busca hacerse del “control” del Perú, principal de hoja de coca y oro. Se dice que, en esta zona, donde la autoridad es casi inexistente, los narcotraficantes suministrarían combustible a los deslizadores de la Policía, que carece de presupuesto para abastecerse debidamente. Yaranga hace una descripción de la realidad de las fronteras y del oro ilegal que, en grandes cantidades, sale de nuestro país hacia Ecuador, Colombia, Brasil y, sobre todo, Bolivia que, sin ser productor, figura en el ranking mundial como exportador de este preciado metal (proveniente del Perú).

Con la falta de presencia del Estado en el Putumayo se puede evidenciar que los diferentes gobiernos adolecen de voluntad política para brindar una solución efectiva al caso. ¿Qué opina usted?

El Putumayo es la zona más distante del territorio en el trapecio Amazónico peruano, toda la criminalidad de Colombia y parte de Brasil cruza por ahí. Lo más peligroso es el Frente 47 de las disidencias de las FARC, que son las que proveen capital para la siembra de cocales y los insumos químicos. Actualmente, otras organizaciones transnacionales están ya incentivando el tema de la minería ilegal del oro que también abunda bastante, ya están poniendo dragas y los asesinatos están a la orden del día. Ante cualquier sospecha, simplemente, lo que hacen es matar a la gente que está ahí, dirigentes, pobladores, etc. Ahí está, por ejemplo, el (Cartel de) Sinaloa, el PCC, que es el más peligroso, y ya están controlando parte de la droga que se procesa en el trapecio Amazónico, sea, en el Putumayo, en las cercanías de Brasil. Va como droga colombiana o como droga brasileña, no como droga peruana. Parte de esa droga, por ejemplo, es la que llega a Estados Unidos, pero, reitero, ya no llega como droga peruana, sino como colombiana vía Ecuador.

¿Qué más nos puede decir del PCC? 

En América Latina, el PCC es el grupo que, en los próximos 15 o 20 años, va a ser el más peligroso en la región. La especialidad que tiene es propagarse a través de las cárceles. Eso lo han hecho en Brasil: llegan a las cárceles, empiezan a captar a los criminales más rankeados y, con las extorsiones, van sumando en familiaridad. No tienen ninguna rivalidad, pueden dedicarse a cualquier negocio, trabajan de manera casi horizontal. Todos los dirigentes de alto nivel están presos y desde la cárcel han cambiado todo utilizando la misma modalidad. Por ejemplo, ellos han pasado a Paraguay, donde dominan más del 80 % de la actividad ilegal. Ya están dominando en parte Bolivia, un poco en Argentina y el deseo que tienen es “pacificarse” en Perú. En nuestro país se calcula que hay, por lo menos, unos 50 presos entre el PCC y el Comando Vermelho. 

¿Cuándo dice “pacificarse” en Perú a qué se refiere?

Quieren tomar el Perú porque es el segundo productor de coca, es casi uno de los productores potentados de la minería ilegal del oro, sobre todo en el corredor Madre de Dios – Puno. Ese es el sector donde se produce más oro ilegal.

¿Considera que ellos están operando desde una base, digamos, más “consolidada” en el Putumayo?

En Putumayo casi no están estables, van controlan y se replican, pero ellos están más por la parte de Bolivia, porque parte de la droga peruana se va a Bolivia. Ese negocio ya está manejado por el Comando Vermelho, se han ubicado en la margen derecha del río Ucayali hacia el estado de Acre. Ese es el trasiego que hacen con la droga, esa zona la domina el Comando Vermelho y la mayoría de los presos más rankeados en el penal de Pucallpa son dirigidos por él. 

El crimen organizado brasileño se consolida cada vez más…

El más peligroso es el PCC. En los dos márgenes del río Ucayali ya ha tenido varios enfrentamientos con la Policía y con saldos siempre lamentables. Lo que ocurre es que estos, al paso, se van ganando también la colaboración de la gente y ya se han asentado en un río que va desde Ucayali al estado de Acre, en Brasil.

Estas organizaciones campean en la zona del Putumayo ante una flagrante falta de presencia del Estado…

Las únicas formas de desplazamiento en esa zona es vía aérea y fluvial. De Iquitos a la parte central de Putumayo es casi una hora y cuarenta minutos de vuelo, pero el desplazamiento por vía fluvial, de Iquitos hasta allá, por lo menos, son tres semanas por río. Encima, en el trayecto, siempre es intervenido por diferentes mafias que salen a cuestionar el viaje. ¿Qué haces? ¿De dónde eres? ¿A qué estás yendo? Ante cualquier descontento, inmediatamente, hay un ajusticiamiento. 

Es decir, ¿no puede ir cualquier persona, digamos, un ecologista, algún explorador?

No lo permiten, salvo con la autorización de ellos.

¿Y cómo se pide autorización a esas personas? ¿Cómo se las contacta? 

Ellos tienen sus delegados, tienen que identificarse ante ellos, decirle para qué estás yendo. Ellos investigan, cruzan información. Luego dicen “ya, esta persona va a trabajar acá”. El mismo control hacen a los trabajadores de los gobiernos regionales que van temporalmente. Los trabajadores de los municipios tienen un trabajo muy reducido allí. Hay algunas ONG que han declarado intangibles determinadas zonas del Putumayo, pero eso, simplemente, es el papel. Obviamente, captan financiamiento, pero allá no llega nada.

¿Desde cuándo ocurre o se tiene conocimiento de esta situación en el Putumayo?

No se sabe realmente. Se dice que desde hace por lo menos diez años. Por ejemplo, DEVIDA dice que en Ramon Castilla-Putumayo se están masificando los cultivos de coca. Entonces, plantean erradicar. Pero eso es botar dinero, porque allá erradican, pero a la siguiente semana, nuevamente, están plantando ¿Quién controla? Nadie.

¿Cómo se puede solucionar este tema?

Deberían implementarse más bases militares y policiales en el Putumayo. Hay como tres lugares con presencia policial, pero es un grupo de 15, 18 efectivos que no tienen logística, solo cuentan con un pequeño deslizador, pero no tienen para combustible. Muchas veces dicen que son los colombianos quienes van y les llenan el tanque. Así, ni locos los van a controlar.

Pasarían a ser sus subordinados…

Claro.

El tema es que se establezcan bases permanentes y más grandes.

Bien implementadas.

Respecto al control de los ríos, se omiten las posibilidades que ofrece hoy la tecnología para ese propósito.

En efecto, pero lo increíble es que los peruanos de esa zona no conocen la moneda nacional (el sol peruano). Manejan dólares o moneda colombiana, igual en la parte que corresponde a Brasil.

Si esto es así, quiere decir que el Perú, como Estado, no existe allí. En la práctica es un territorio que el país no posee.

Así es. Igualmente, las fronteras están muy abiertas en la parte con Ecuador, que no es tan pequeña. Lo que más se controla es la parte del puente internacional en Huaquillas y un poco en Piura, por Macará. Por esa zona hay múltiples pasos, en la parte que da hacia la cordillera del Cóndor (es más fácil llegar por Piura, que por Amazonas). Toda esa zona está plagada de minería ilegal del oro, toda la cordillera del Cóndor corresponde al PV5, esa zona está llena de minerales. Son socavones de mina y el río está lleno de dragas. Esa organización opera con financiamiento ecuatoriano, colombiano. Antes de la pandemia me enviaron fotografías donde se veía que estaban entrando parte de las disidencias de las FARC. A los que estaban ahí operando, a los mineros ilegales peruanos, los corrieron a balazo limpio y destruyeron toda su maquinaria y se la llevaron los ecuatorianos, porque ellos decían ser los “héroes del Cenepa”, pero héroes de la parte del Ecuador.

Habían tomado todo el PV5 en territorio peruano en el periodo de Vizcarra. Yo denuncié y enviaron un contingente: se agarraron a balazo limpio y recuperaron el PV5. Ya hay un puesto de control nuevamente, pero es muy limitado. Al PV5 llegas por el lado peruano, pero con una carreterita que a las justas vas ahí, “arañando”, y luego a caminar terminando por la cordillera del Cóndor. Volteas para el lado ecuatoriano y ahí tienes doble pista. Entonces todo el oro peruano se va por ahí a Ecuador.

¿Cómo se puede actuar en términos de legislación para cambiar esta situación?

Se podrían recoger las propuestas regionales, pero todo es corrupción, ellos no apuestan por proyectos productivos, sino por obras que les dejen la “tajada” y todo el mundo se ha acostumbrado a hacer cosas como esa. Obras para recuperar las zonas intangibles, conservar el ambiente, eso les llega.  El río Cenepa, ahorita, está lleno de dragas.

Es realmente complicado el abandono de los sucesivos gobiernos de estas zonas de frontera: falta de presupuesto, problemas de corrupción de las mismas autoridades regionales… Todo esto evidencia una falta de voluntad política para abordar con seriedad el problema.

Cuando se habla de desarrollo, se debería hablar de una forma integral y eso es fortalecimiento de toda la frontera. En algún momento se vio llevar a los licenciados (de las FF. AA.) para que puedan defender esa zona, pero se les ha abandonado. Algunos que han ido no tienen ningún apoyo, y para regresar de ahí son meses y meses, y el costo es duro. Los indígenas del Putumayo me han querido llevar, pero salía más de tres mil quinientos dólares, solamente en pasajes, sin contar los gastos de mi permanencia allá y el desplazamiento en el lugar. Los indígenas de la zona, de alguna manera, sacan pecho, pero gran parte de ellos han sido ganados por las organizaciones criminales.

 ¿Cuál sería su actividad por allá?

Analizar con profundidad cómo está el sector y luego hacer un mapeo. Denunciar, por lo menos, en qué condiciones está esa zona.

¿A qué comisiones del Congreso les corresponde atender el tema?

Las comisiones de seguridad, la de agricultura, que tenía que ver toda esa zona. Aunque solo analizan desde el escritorio, sobrevuelan un poco y ya está. Según ellos, con eso ya conocen la problemática.

Al parecer, la clase política no internaliza el problema.

Así es. En el caso de la cordillera del Cóndor, esa vez que denuncié me pasaron pruebas contundentes. Eso lo filtré al Comando Conjunto (de las FF. AA.), también al Ministerio del Interior. Esa vez, el ministro de Defensa (José Huerta) fue a supervisar, y murió en la cordillera. Le falló el corazón por la altura, lo trasladaron, pero no lo pudieron salvar.

Es flagrante la inacción de los gobiernos y la falta de voluntad política para hallar una solución.

Y el tema de la minería, la conservación del medio ambiente… Todos, cuando se habla de minería, hablan de Pataz y dicen que es una zona de minería ilegal. Eso es una opinión muy interesada, porque la ley dice: “la minería ilegal se considera a aquella que se realiza en lugares no autorizados para la minería y que utiliza insumos prohibidos”. ¿Cuál es el corredor? Madre de Dios, Puno, en parte el trapecio amazónico y algunas zonas, también en Arequipa, pero Pataz es un lugar ancestral de minería, desde hace más de 400 años. Una historia dice que, para el rescate de Atahualpa, llevaron una parte del oro desde Pataz y esas bocaminas hasta ahora existen allí, donde no crece ni una lechuga. Allí existe una minería, pero no es ilegal, porque son socavones de mina y esa gente no procesa, ni siquiera, un gramo de oro, sino traen y venden en las plantas. Son mineros artesanales. El problema que tienen con la minería mediana es que aquella tiene todo el denuncio minero, los comuneros están ahí trabajando dentro del denuncio de la mediana minería. Ellos son los propietarios, pero ahí falta mejor convivencia con la mediana minería. ¿Qué debe hacer el gobierno? Legalizar a los informales, no a los ilegales. Legalizar a los informales con un seguimiento minucioso y enfrentarse, con todo, a los ilegales. Esa podría ser una buena salida.

Antes que atender estos graves problemas, el país se enfrasca en los escándalos de menor monta que generan ruido político. ¿Alguna invocación que tenga para el gobierno?

El gobierno debería tener mayor conciencia de lo que ocurre en el país. Los ministros no están respondiendo a la altura. El anterior ministro del Interior era un crédulo. La Policía está haciendo su trabajo, pero hay que fortalecer el tema agrario, medioambiental. Nosotros tenemos microclimas, pero falta su mantenimiento, su conservación. Debería haber una articulación entre los gobiernos nacional, regional y local. No hay ninguna articulación a ese nivel.

¿Y esa articulación debe partir del Gobierno Central? ¿De la PCM?

Debería haber una supervisión, pero no existe en el tema minero. El actual ministro (Rómulo Mucho) es muy bueno, conoce bastante, pero ya lo están agobiando con otros temas. En agricultura casi no hemos tenido buenos ministros, pero igual se puede conservar ambas partes. La agricultura de exportación es nuestro punto de crecimiento. La agricultura familiar también es importante, porque eso mantiene los mercados de los pueblos que tenemos. La minería grande es el puntal de nuestro crecimiento, es el número uno. La agricultura artesanal es lo que mueve el dinero inmediatamente dentro, porque la gran minería no va a comprar lo que produce la gente. Lo que genera ese tipo de intercambio es el minero artesanal, cuando compra al comerciante, al transportista, al restaurante, etc. Todo eso se compensa. El minero más pequeño de Pataz tributa unos 20 millones de dólares al año, aproximadamente. Formalizar eso es mucha plata, que el gobierno está perdiendo.

Hay que añadir la pérdida de oro que sale de nuestras fronteras hacia Ecuador y Colombia…

Y de Bolivia hacia la parte brasileña.

Es oro de acá…

Es oro peruano, pero se vende como oro boliviano por ese corredor. En el ranking de venta de oro, Bolivia está ya con un nivel más alto. No es productor de oro, ese metal es peruano. En el caso de Ecuador, en la parte de la cordillera del Cóndor que colinda con Colombia y Brasil, ellos lo venden como oro ecuatoriano.