Hace unos días tuvo lugar el primer vuelo de prueba del bombardero B-21, el último de los aviones furtivos de Estados Unidos, con el que pretende mantener su primacía en el ámbito aéreo, de cara a sus rivales estratégicos, es decir, China y Rusia, países que realizan denodados esfuerzos por reducir la brecha tecnológica en este terreno. Porque lo cierto es que el dominio del aire, junto con el espacio, resulta fundamental para obtener la victoria.

El B-21 tiene la forma de un ala volante, como su predecesor, el B-2, que operó en Kosovo (1999) y en Irak (2003). Este bombardero estratégico con capacidad nuclear es el tercero de esta clase de aeronaves en poder de Estados Unidos, si se tiene en cuenta al F-117, bombardero táctico empleado en la invasión de Panamá (1989) y en la Segunda Guerra del Golfo (1991), una de cuyas unidades, empero, fue derribada en la guerra de Kosovo (1999).

China ultima el H-20

Cuando entre en servicio operativo, el B-21 reemplazará a los bombarderos estratégicos B-1 y B-52, con lo que la fuerza de bombardeo estratégico estadounidense estará compuesta, únicamente, de aeronaves furtivas. Pero China no pretende quedarse atrás en este asunto, pues avanza a toda prisa en el desarrollo del bombardero H-20, cuyo diseño se asemeja bastante al B-2 y cuyo primer vuelo de prueba se estima inminente.

En cuanto a Rusia, a mediados de este año anunció su intención de desarrollar un bombardero furtivo, equipado con misiles hipersónicos, de los que la potencia euroasiática se vanagloria. Sin embargo, a la luz de los problemas económicos que afronta con ocasión de la guerra en Ucrania, es difícil esperar que pueda conseguir una proeza tecnológica de este tipo, al menos no en el corto plazo.

Cazabombarderos furtivos

Lo que sí han conseguido China y Rusia es igualar a Estados Unidos en el desarrollo de aviones de combate de quinta generación. Pues al cazabombardero pesado F-22 se contraponen el J-20 chino y el Su-57 ruso, mientras que al cazabombardero ligero F-35 está a punto de aparecerle su competencia en la forma del J-31 chino, el cual también tendrá una variante para operar en portaaviones, al igual que su equivalente estadounidense.

El J-20 está equipado con misiles aire-aire (AAM) PL-12 y PL-15, conocidos como misiles de tipo “dispara y olvida”, que pueden abatir objetivos a 100 y 150 km de distancia, respectivamente. El PL-12 es la contrapartida del AIM-120, misil aire-aire avanzado de medio alcance (AMRAAM) que llevan consigo los F-22 y F-35, mientras que al PL-15 está a punto de salirle su competencia en la forma del AIM-260, llamado misil táctico avanzado conjunto (JATM).

¿Y los radares cuánticos?

No obstante, la primacía de las aeronaves furtivas puede estar llegando a su fin con las investigaciones que tanto China como Estados Unidos desarrollan en torno a los radares cuánticos. Y es que estos radares, a diferencia de los tradicionales, no se verían afectados por los diseños aerodinámicos y los materiales absorbentes presentes en este tipo de aviones, ni tampoco serían burlados por contramedidas de interferencia.

Así las cosas, Estados Unidos afronta una seria competencia por parte de sus rivales estratégicos en el campo de las aeronaves militares furtivas, sobre todo en lo que respecta a China, que vuelca buena parte de su poder económico y tecnológico a no perderle el paso. El B-21, pues, es un nuevo guerrero que la potencia estadounidense pone en el aire, en circunstancias que China redobla el paso para que el H-20 levante el vuelo.

❯❯ Carlos Rada Benavides es analista de temas internacionales y de seguridad.